Semblanza presentada en las Jornadas freire Rodríguez, Caracas, 2014...
Invito a
confrontarnos directamente con el Maestro Simón Rodríguez, y desde sus palabras
reflexionar sobre nuestro rol como educadores. Simón Rodríguez representa una
gran posibilidad de transformación sociocultural, un proyecto continental que
apunta a una nueva sociedad. Para esta confrontación propongo mirar a Simón
Rodríguez en su contexto histórico, pero también de ubicar sus pensamientos e
intenciones en nuestra cotidianidad actual. Ello implica la superación de tres
barreras culturales: 1) Deslastrarnos de esa imagen que interesadamente nos lo ha
presentado como “loco” e “inconstante”, 2) La aparente convicción de que era
fundamentalmente un “adelantado a su época”, que no hablaba para sus
contemporáneos sino para las personas de siglos venideros y 3) La imagen de que
es sólo un imitador de Rousseau.
El Maestro Rodríguez
era hombre de su época, que comprendía no sólo la realidad de las nacientes
repúblicas y sus posibilidades futuras, sino que nos presentaba un proyecto
profunda y largamente pensado y formulado. Era un gran estratega que señalaba
los modos de construir repúblicas con sus propios habitantes, enfatizando en la
educación popular. Planteó repúblicas que incluyeran a todas/os, en la
organización progresiva de la sociedad privilegiando la sociabilidad, la
cooperación. De su pensamiento han surgido propuestas que luego se hicieron
realidad: por ejemplo, la concepción del Estado Docente, las escuelas-talleres y escuelas-granjas, las
sociedades económicas (muy parecidas a los proyectos de desarrollo sustentable),
entre otras.
Por la relevancia de
Simón Rodríguez, que encarnaba un proyecto, una posibilidad aún por desarrollar
en nuestras sociedades nuestramericanas, proponemos que nos haría bien seguir
aprendiendo de su vida, de su obra, de sus palabras que pintaban ideas. De aquí
la propuesta de confrontarnos, en nuestro ser, nuestra práctica, nuestras
ideas, con Rodríguez, como un ejercicio de reflexión constante y de
aprendizaje. Y esto se aleja grandemente de cualquier posibilidad de
deificarlo, de generar culto en torno a su ser y hacer. Se trata de
confrontarnos con él, de dialogar con sus palabras y obras, en un horizonte
abierto de posibilidades para continuar con el proceso independentista tan
limitado por poderes imperiales y sus aliados locales, recreando las relaciones
sociales hacia estadios de mayores formas de solidaridad, cooperación,
humanidad.
En consecuencia, al
mirarnos a partir de Simón Rodríguez, y desplegar nuestras posibilidades de
refundar nuestras naciones, podemos invocar interrogantes fundamentales que
pueden acompañarnos siempre: ¿Por qué hacemos lo que hacemos? ¿Cuál es el
proyecto global que acompaña nuestra praxis? ¿Cómo socializamos lo que hacemos,
nuestros logros y aprendizajes, para fortalecer la sociedad que queremos crear?
¿Cuáles son nuestros roles como educadores en esta sociedad en transformación
constante? ¿Cómo haremos lo que
requerimos hacer para transformar nuestras sociedades americanas?
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