Un posible proyecto para América Latina implica un
horizonte hacia donde ir. Una visión de lo que queremos ser, una utopía que nos
aliente y nos inspire.
Hay palabras que sentimos por todas partes, cuando nos
referimos al porvenir de América Latina.
Por ejemplo, una nueva civilización. Es decir, una forma
alterna de relacionarnos, de pensarnos y de hacer las cosas en libertad y con
responsabilidad. Vivir con la naturaleza, respetándola, incluso venerándola...
Desarrollar, procesar, socializar los recursos necesarios
para que todos –sin excepción- vivamos a plenitud, invocando un modo de
desarrollo desde la solidaridad y la mutualidad hacia el vivir bien... Pero
también hay que avanzar desde los pueblos buscando una integración que preserve
las diferencias y las cualidades específicas, hacia formas de integración de
carácter horizontal, reticular.
Esta visión ideal no es unívoca, lineal, sino que está
abierta a múltiples lecturas e interpretaciones. No obstante, pese a su
carácter relativo, puede constituir una referencia que nos convoque.
Luego se nos abren
asuntos pendientes, que de una forma u otra ya están en marcha. Trataremos de
organizarlos de la siguiente manera. La secuencia no implica necesariamente
orden de prioridad. Todos ellos están profundamente imbricados entre sí:
1.
Reconfiguración
del saber. Ello implica dialogar con el mundo en toda su complejidad y
profundidad. Abrir el campo perceptivo, asumir un permanente preguntar. Y,
aunque ese diálogo tenga diversos cursos (científico, ancestral, espiritual,
artístico) es imprescindible no sólo abrir canales de comunicación entre ellos,
sino también buscar modos de integración y de síntesis. No se trata sólo de
saberes inter y transdisciplinarios, sino de saberes transvitales,
transpersonales y transformacionales. Esto tiene que ver con un proceso de
regeneración y recreación del lenguaje.
2.
Regeneración
de lenguajes y creación de nuevas formas expresivas. La reconfiguración de la
percepción y el saber implica tanto romper con los moldes impuestos desde los
diversos modos de dominación que hemos sufrido, como el enriquecimiento del
lenguaje y la creación de nuevas formas de expresión. Ello incluye lo
artístico, lo científico, lo espiritual, lo cotidiano. La recreación permanente
de lenguajes renovará nuestros modos de ver y de concebir el mundo. Esto sólo
es viable a través de procesos innovadores de educación y de generación de
cultura.
3.
Ensayos
educativos y culturales.
4.
Ensayos
sociales, políticos y económicos.
…Para seguir construyendo una propuesta formativa
latinoamericana, conviene caracterizarnos desde el presente. Un presente que
deviene permanentemente en una red histórica compleja, diversa, multiforme.
Los que habitamos América Latina somos seres en profunda
contradicción. Llevamos con nosotros una ancestralidad que, a pesar de guerras
y tensiones sociales, apunta a esquemas relacionales de tipo mutualista, con
carácter de reciprocidad. Pero al mismo tiempo, al internalizar el esquema
civilizatorio dominante, tendemos a ser personas individualistas,
materialistas, con afán de lucro.
Por otra parte, desde ese modelo dominante despreciamos
nuestros orígenes. Hablamos de globalización como un modo de suscribirnos a
ciertos modos de ver, pensar y hacer, según las pautas de poderosas empresas
transnacionales. Sin embargo, las vivencias ancestrales habitan nuestra habla,
nuestro sentido de corporalidad, y sobre todo nuestros modos de relacionarnos.
No obstante, desde las grandes empresas de difusión nos sumergimos en un mundo
donde tenemos que suprimir a los otros para afianzarnos y maximizar el ego para
preservarnos.
La educación latinoamericana vive también esta
contradicción. El sistema escolar asume una estratificación piramidal, y un
sistema de promociones que se apoya en un comportamiento individualista,
competitivo, de manejo de saberes fragmentarios, sustentado por el ejercicio
permanente de valorización/ desvalorización según la discrecionalidad del cuerpo
docente. Se logra mayor éxito en la medida que los estudiantes se desarraigan
de sus contextos vitales y respiran una lógica de instrucciones y de obediencia
irrestricta a la autoridad. Además, buena parte de las instituciones
educativas, desde el ejercicio de empresas privadas, se adhieren a la búsqueda
del máximo beneficio y el amor al lucro.
Por otra parte, este sistema escolar lleva en sí mismo la
coexistencia de dos circuitos claramente identificados: uno donde entran los
sectores más desfavorecidos socialmente y egresan trabajadores subalternos, de
los que el sistema requiere obediencia. El otro circuito alberga a los hijos de
las clases dirigentes, y los forma para ejercer jefaturas.
Claro que ningún sistema es completamente homogéneo ni
lineal. Existen fracturas, vacíos, desde donde se van organizando grupos de
resistencia y organizaciones alternas. Así, desde el propio corazón de la
escolaridad, emergen grupos de presión y se van conformando espacios liberados.
No obstante, más allá del sistema escolar, existen otros
espacios educativos. Uno, generado por las propias empresas, desde sus planes
de capacitación, inducción y desarrollo de recursos y de talentos que
incrementen las ganancias. Y otro espacio, cada vez más fuerte y socialmente significativo:
Se trata de una inmensa región heterogénea, desde donde emerge lo socio
comunitario, lo gremial alternativo y los movimientos sociales. Esta región ha
generado, y más aún en los últimos años, interesantes y valiosas propuestas
políticas, sociales, culturales y formativas.
Así, en la dinámica de los movimientos y procesos
sociales, desde ámbitos comunitarios como de espacios de resistencia al
interior del sistema escolar, emergen nuevas constelaciones cargadas de futuro.
Veamos algunas de esas propuestas que apuntan a lo formativo. Son espacios
generados en buena parte fuera del sistema escolar, pero que pueden
enriquecerlo, renovarlo, reconstituirlo.
La primera constelación implica una lucha intensa contra
nosotros mismos, lucha que nos permite acompañarnos unos con otros.
Intentaremos, hombro con hombro, superar los egoísmos e individualismos y
participar en todos los colectivos posibles (familia, amigos, organizaciones,
instituciones). En vez de poner al mundo como un gigantesco tablero de recursos
para mi propia individualidad, hemos de mirarlo como un conjunto de
posibilidades de relaciones y encuentros que nos ayudarán a crecer como seres
humanos. Así, estaremos resistiendo a la cultura dominante, apuntalada por las
grandes agencias mediáticas, que nos arrastra al individualismo materialista.
La segunda constelación conlleva otra batalla contra la
fragmentación de la realidad, que lleva en sí la desintegración de nosotros
mismos como personas. El llamado método científico, que más bien es un camino
trazado desde determinados centros de poder, termina sometiéndonos a ciertos
métodos, cierto lenguaje y a ciertas autoridades del conocimiento. Esto se
reproduce al interior de las instituciones educativas, recargadas de
disciplinas desconectadas entre sí, y signadas por las unidades créditos… De
otra forma, al conformarnos como colectivos, podemos darnos el permiso de
multiplicar las posibilidades de expresión, reinventando nuestras visiones del
mundo integrando lenguajes desde lo científico, ancestral, espiritual,
artístico.
La tercera constelación deviene de los colectivos que
enriquecen sus modos de nombrar y resignificar el mundo. Buscan formas más
integradas de mirar y de concebir, visualizando relaciones antes inéditas. Es
una visión de mayor riqueza y complejidad que apunta a la creación de diversas
síntesis, que nos hacen ver el universo como un organismo vivo, integrado,
unificado. Al asumir esta constelación, estaremos superando la visión
fragmentaria, cosificada, utilitaria, que sustenta esta sociedad capitalista.
La cuarta constelación sintetiza las anteriores. Es la
generación de procesos compartidos, conscientes, intencionados, que persiguen
la superación de esquemas y patrones de injusticia, desigualdad e inequidad. Se
trata de proyectos tendentes a la transformación de ciertos contextos
socioculturales en espacios humanos y naturales más vivibles, más integradores,
más saludables y más armónicos.
Desde estas constelaciones se asoman algunos esquemas
estratégicos para la educación latinoamericana:
1.
Los
procesos formativos pasan por la constitución de comunidades de aprendizaje.
Hablamos de colectivos que, además de las tareas cotidianas de vivir, trabajar
y transformar, se dedican a generar e intercambiar aprendizajes, mediante el
diálogo de saberes, reinventando modos de aprender, de dialogar, de abrir y
alimentar espacios para compartir ideas, afectos y valores. Estas comunidades
pueden surgir en el seno de los movimientos sociales, pero también, y
especialmente, en el mundo de la educación formal. No se limitan a reunir
individualidades, sino a abrir un proceso complejo, delicado, de creación y
reaprendizaje de modos de relación y reenfoque de nuevos tejidos societales.
2.
Se
aprende desde la experiencia, con la experiencia y para la experiencia. La vida
entera (con todos los sentires, pensares, haceres) es el eje indiscutible de
los procesos formativos. Si los requerimientos académicos, curriculares, nos
alejan de la vitalidad cotidiana, hay que repensar y reformular tales
requerimientos. Aprender de la experiencia implica aprender con otras personas,
puesto que todos nos movemos y hacemos mover tejidos históricos complejos,
multidimensionales. Las historias personales, familiares, locales, nacionales,
regionales y universales son las protagonistas de los procesos formativos. Esto
apunta a la generación de espacios que simultáneamente dan sustento a los
procesos transformadores y a la configuración de aprendizajes profundos. En
algunas instancias, llamamos a estos espacios ensayos.
3.
Los
ensayos son invenciones sociales que
se acercan a utopías concretas, en el sentido de que se hacen realizables en el
aquí y el ahora. Son modos de hacer de los colectivos para crear espacios
compartidos en lo social, cultural, económico, político, entre otros. Ejemplos
concretos de ensayos son los llamados movimientos sociales. Así, si nos fijamos
en los zapatistas, veremos que ellos han inventado nuevos esquemas de
relaciones vitales. En el campo de la formación, las innovaciones más profundas
vienen desde el campo de la educación comunitaria; no obstante, se hace
perentorio ensanchar estos espacios en el campo del sistema escolar. El ensayar
procesos alternos, sus correspondientes evaluación y sistematización, y su
renovación constante, constituyen procesos formativos de gran riqueza. Esto
lleva una nueva mirada a los procesos de aprendizaje.
4.
El
aprendizaje se inscribe en el desarrollo consciente e intencionado de proyectos
de formación/ acción. Se trata de procesos de aprendizaje que integran como un todo el crecimiento
personal y espiritual y la transformación de los espacios sociales, culturales,
políticos y económicos. Los proyectos también permiten integrar lo teórico y lo
práctico, el pensar, el sentir y el hacer, en acciones sistemáticas destinadas
a generar, con otros y otras, ensayos de libertad, de creación compartida, de
bienestar colectivo.
5.
Los
proyectos, en su desarrollo desde el ámbito de los ensayos, se imbrican e
interpenetran entre sí, apuntando a la generación de redes de procesos
libertarios, creadores de sociedad. Así, es posible forjar lenta y
progresivamente tejidos relacionales entre personas, comunidades, pueblos,
países y regiones, en relaciones que medien lo cultural, lo social, lo político
y lo económico.