La educación latinoamericana
y el pensamiento emergente
Este artículo propone
la posibilidad de enriquecer nuestra mirada a la educación latinoamericana (escolar, popular, gestión
pública, comunicacional) desde lo que hemos llamado el pensamiento emergente.
Nos referimos a la posibilidad de que el aporte de significativos autores de nuestra
región nos inspire no sólo para mejorar los procesos formativos, sino para
repensar la visión educacional global... Es justo indicar que la brevedad que
requiere el presente artículo sólo nos permite una mirada amplia a una temática
tan compleja.
Pero, ¿qué es eso del
pensamiento emergente latinoamericano? ¿No estamos simplificando mucho la
temática? Sí, lo hacemos, pero creemos que sólo por razones expositivas en el
presente texto. Tal “pensamiento”
implica muy diversas propuestas práxicas (unidad teoría-práctica), sustentadas
en enfoques diversos en cuanto a concepción e implicaciones prácticas, que se
ramifican en innumerables expresiones, pero con lineamientos comunes que ya
mostraremos. Ejemplo de pensamiento
emergente durante el paso siglo XX es: la raza cósmica expresada por José
Vasconcelos; la teoría de la dependencia, por Enzo Faletto, Oswaldo Sunkel,
entre otros; la investigación acción participativa, por Orlando Fals
Borda; el teatro de creación colectiva,
de Enrique Buenaventura; la comunicación alternativa, inspirada por autores
como Díaz Bordenave y Mario Kaplún; la educación liberadora, propugnada por Paulo
Freire; el trabajo social alternativo, en la voz de Diego Palma; la teología de
la liberación, por Gustavo Gutiérrez, Leonardo Boff, Jon Sobrino, y otros; la educación
popular, por Julio Barreiro, Lola Cendales, Alfonso Torres, entre otros; la
filosofía de la liberación, por Enrique Dussel y Leopoldo Zea; la
sistematización, por Teresa Quiroz, Diego Palma, Ana María Quiroga y Leila Lima
y un buen etcétera… Y no se trata sólo de ideas, papeles y voces, sino que estas
propuestas han fecundado múltiples movimientos sociales con influencias
directas en escenarios sociales específicos y se han infiltrado en el sistema
escolar. [Por ejemplo, en Venezuela, el Ministerio del Poder Popular para la
Educación despliega a lo ancho del país una estrategia de reflexión en la
acción donde los maestros expresan sus ideas, proyectos, inquietudes,
practicando la sistematización de experiencias]. Muchas de estas expresiones
del pensamiento emergente, pues, vienen acompañadas de movimientos sociales y
específicas redes de intercambio y de apoyo mutuo.
Este caudal de ideas,
propuestas, enfoques, desde su inconmensurable diversidad, a nuestro parecer,
convergen en cuatro aspectos fundamentales:
1.
El protagonista de los procesos sociales
reales es el pueblo (ese ser inmenso, colectivo, diverso, complejo), que desde
sus saberes/haceres cotidianos va tejiendo las tramas que mueven la sociedad en
determinados sentidos. Ese protagonismo popular incluye también lo cultural,
incluyendo los modos de producción y circulación de los saberes.
2.
El pueblo, desde vivencias seculares de
coloniaje y dominación, hoy día es convocado por el propósito histórico de
construir un nuevo estadio civilizatorio, soportado en valores de equidad,
justicia, dignidad, paz, solidaridad… que supone la superación de actuales
estadios sociales de inequidad, injusticias, opresión.
3.
Ese nuevo estadio civilizatorio sólo podrá
lograrse mediante una alianza plural,
democrática, dialógica de personas, organizaciones, movimientos, que converjan
en el propósito histórico y puedan desarrollar la fuerza suficiente para
resistir a los actuales poderes dominantes.
4.
Esta alianza plural debe crecer en dos
sentidos simultáneos e imbricados entre sí: 1) la generación de formas diversas
y efectivas de resistencia ante las estrategias diversificadas y segmentarias
de los poderes dominantes, y 2) la acción permanente de crear, fortalecer y
socializar nuevos espacios, lenguajes,
saberes, esquemas de relación, que transmuten nuestros seres y haceres
de pueblo…
Esta mirada –breve, general- a lo que hemos llamado
pensamiento emergente latinoamericano, puede inspirarnos formas y propuestas
novedosas para mirar y hasta repensar nuestros sistemas educativos
latinoamericanos. Por ejemplo:
Ø En lo
fundamental. Nos referimos a una episteme profundamente plural, que se nutre de
saberes ancestrales (mutualismo, por ejemplo), de los incorporados desde la
academia (como teoría crítica, fenomenología), de los que surgen de la
reflexiones práxicas (investigación acción participativa, sistematización),
entre otras tantas, pero que pese a sus diversos desarrollos, se toleran en los
procesos vitales cotidianos, traspasan sus difuminadas fronteras, se enriquecen
mutuamente. Ello nos abre la posibilidad de asumir miradas múltiples a la
educación latinoamericana, superando la tentación del pensamiento único.
Ø En lo
conceptual: Hablamos de repensar la educación (en toda su complejidad y extensión social), por cuando el
pensamiento emergente retira la mirada del mercado y de los procesos de
globalización inducida para colocarla en las posibilidades de liberación y
desarrollo pleno de los seres humanos, más allá de su diversidad de origen y de
condiciones sociales. Así, más que concebir una educación que asume el conocimiento
como valor económico, nos referimos a
procesos formativos integrales, críticos, creativos, plenos de humanos sentido.
Ø En lo
prospectivo: Implica procesos diversos que transcurren en la vida cotidiana de
las personas, con posibilidades de entrecruzarse, entrelazarse con los de otros
colectivos de otros lugares, en lo cultural, económico, político,
organizacional, apuntando progresivamente a la transformación social plena. Constituyen
acciones sistemáticas diversas, simultáneas, concurrentes, que pueden
constituirse, mediante una rigurosa planificación y articulación, en un
proyecto reticular, integral e integrado, de gran fuerza. Esto, de hecho, se
contrapone al modelo social dominante, aún imperial, que nos divide en
formaciones económicas según convenga a las metrópolis, y en clases sociales
que favorecen la explotación y el empobrecimiento progresivo.
Ø En lo metodológico: señala búsquedas diversas,
dialécticas, que implican unidad saber-experiencia, persona-colectivo,
sujeto-objeto, utopía-realidad, procesos participativos de
planificación-acción-investigación, ensayos organizacionales, generación y
socialización de teorizaciones vitales, construcción permanente de espirales de
saberes-sentires-haceres. Estos haceres se contraponen a los esquemas de la
educación imperial, individualista, competitiva, centrada en el desarrollo de
competencias que requiere el mercado.
Ø En lo
cultural: generación permanente de modos de vida más solidarios, cooperantes, participativos,
reflexivos, en contraste con aquellas pautas que sustentan el individualismo
egoísta y la competencia sin fin.